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jueves, 24 de abril de 2014

Acercamiento, propiedades de la literatura



LITERATURA, propiedades que acercan a su definición

Algunas ideas que permiten problematizar el concepto de literatura en nuestra época:

LITERATURA Y REPRESENTACIÓN SOCIAL

Una definición de literatura debería poder explicar las características que relacionan a “todos” los textos literarios existentes. Sin embargo lo que hoy en día se entiende como “literatura” reúne una cantidad muy variada de características que no se dan “todas a la vez” en cada texto literario. Por este motivo no se puede dar una definición general de “literatura”, aunque es posible indagar sobre su concepto, partiendo del análisis de las “representaciones sociales”, o sea, de las creencias comunes que compartimos como integrantes de nuestra comunidad, acerca de lo que es “literatura”.

Todos las personas tienen alguna “representación” acerca de lo que es la literatura, es decir, cuando escuchamos la palabra “literatura”, por lo general, pensamos en un cuento, un poema, una novela, una obra de teatro, algunos también en un ensayo, una biografía, una canción, etc. A partir estas representaciones se establecen pactos y objetivos de lectura, se “lee de determinada manera” (modos de leer), esto es, se le da un sentido al texto teniendo en cuenta o pensando que se trata de un “texto literario”.

Así, aunque la literatura no pueda definirse, esas representaciones sociales nos permiten establecer un punto de partida para conocerla mejor:

Comenzaremos diciendo que “la literatura está integrada por todos los textos que nuestra cultura clasifica como literarios”. Pero ¿qué características aparecen en dichos textos?
1- LA FICCIÓN

2- EL USO ESTÉTICO DEL LENGUAJE

3- EL USO DE OTROS GÉNEROS DISCURSIVOS, NO FICCIONALES

4- EL MERCADO EDITORIAL

5- SON PRODUCTOS HISTÓRICO-SOCIALES


1- LA LITERATURA ES FICCIÓN 

Se dice que la literatura es ficción porque sus textos presentan situaciones o acontecimientos imaginarios, inventados, que no sucedieron, ya sean posibles (como en la literatura de género realista) o imposibles (como en la de género fantástico, maravilloso, de ciencia ficción, etc.).

Estos hechos inventados pueden entremezclarse con otros que, en cambio, sí hayan ocurrido en realidad, como por ejemplo sucede en las novelas históricas, en algunas autobiografías y biografías, en las novelas “non-fiction”, etc.

En definitiva, frente a la oposición FICCIÓN / REALIDAD, la literatura toma partido por la FICCIÓN, ya que plantea por propia voluntad, la “re-presentación de una realidad” en la que alguno o todos sus elementos, (personajes, hechos, tiempo, lugar, etc.) son inventados o imaginados.

Sin embargo, aunque la literatura, por ser invención, no hable directamente de hechos o situaciones realmente sucedidos, siempre tiene como referencia al orden real porque de otra manera las historias que cuenta o las descripciones que realiza, serían imposibles de pensar o de representar para el lector.

Ahora bien, a pesar de referirse indirectamente a la realidad, la literatura puede plantear problemas o situaciones humanas, descripciones o explicaciones, con más profundidad y precisión de la que emplean los textos no ficcionales, es decir, aquellos que se refieren directamente a la realidad. Por ejemplo, en la novela “El tambor de hojalata”, Gunter Grass, describe y relata hechos de la época del nazismo, en Alemania, inventando un niño–narrador, que ve y cuenta toda la tragedia de aquel momento histórico, con tanto rigor y expresividad, que consigue dar cuenta de lo vivido en aquel momento, de manera más intensa y precisa que muchos testimonios directos o documentos de la época.

Fingir no es mentir:

Es importante señalar que la ficción no busca falsear la verdad, mentir, engañar, sino representar, simular, fingir una realidad. Esto le permite poner en evidencia la complejidad del mundo, escapando a las interpretaciones que respetan sólo “lo verificable en la realidad”. La ficción multiplica las posibilidades de tratamiento de “lo posible” y de “lo imposible” porque no necesita dar pruebas de lo que dice, porque ese no es su objetivo.

Creer que “ficción” equivale a “mentira” provoca un modo de leer que desvaloriza la literatura por cuanto supone que todo lo que ella diga está lejos de la verdad y la realidad y por lo tanto, es tomado con escepticismo y desconfianza, obstaculizando el “pacto ficcional” que el lector debe establecer con el texto.

¿Cómo reconocer un texto ficcional?

La pregunta es ¿cómo saber cuándo un texto es ficcional o cuando, en cambio, se refiere directamente a la realidad, sin inventar ni imaginar situaciones?

Existen muchas maneras de intentar reconocer un texto ficcional aunque a veces esto no resulte tan fácil por distintos motivos. En principio porque un texto ficcional puede contener tramos “no ficcionales”, esto es, referidos a hechos que realmente sucedieron y que dan pie para construir la ficción. Además, muchas veces, lo ficcional parece real porque parece posible (ej. Cuentos relistas): se dan nombres de personas o lugares, situaciones o descripciones que nos parecen reales.

Tampoco hay que dejar de lado que el reconocimiento de hechos reales depende de los referentes, de los conocimientos que tenga el lector: alguien puede leer como ficcional un tramo o una historia realmente sucedida pero que desconoce, o viceversa, leer como real algo que cree que sucedió aunque no haya ocurrido.

A pesar de todos estos obstáculos hay algunas pistas para reconocer un texto ficcional o literario:

- Que se trate de hechos, situaciones, personajes, lugares o épocas imposibles de participar de la realidad. Lo que además de “ficcional”, convierte al texto como perteneciente al género fantástico, al de ciencia ficción, al maravilloso, o cualquier otra clasificación que integre textos en los que aparezcan fantasmas, hadas, elfos, mutantes que dominan al mundo, etc.

- Que se trate de hechos, situaciones, personajes, lugares o épocas posibles pero no reales, es decir, que los podemos imaginar como parte de la realidad pero que no han sucedido.

Si aún así no podemos saber acerca de la ficcionalidad de un texto, porque nuestros saberes no alcanzan, entonces tendremos que tener en cuenta:

- Cómo está escrito dicho texto, es decir, analizar el uso del lenguaje, sus recursos, los tiempos verbales, las frases de género, etc. Por ejemplo: “Había una vez ...”,”de pronto se detuvo y pensó qué haría si ....”, “El cielo caía a plomo sobre la oscura y misteriosa ciudad”, etc. Estas frases hacen pensar que lo que se cuenta no sucedió realmente.


2- LA LITERATURA EMPLEA DE FORMA ESTÉTICA EL LENGUAJE.

Otra característica de la literatura tiene que ver con la manera en la que están escritos los textos literarios, con cómo se emplea la lengua, cómo se produce “significados” y con qué objetivo. En este sentido puede decirse que la literatura aprovecha todas las posibilidades que brinda la lengua: sonoras, semánticas, gráficas, morfológicas y sintácticas. Esto se debe a que al discurso literario no sólo le preocupa el contenido, “aquello que dice”, sino especialmente “cómo lo dice”, la “forma en que lo dice”, porque esta forma de decir influye en su significado. Por ejemplo, no es lo mismo decir “me arriesgo a todo y nadie me va a decir cómo vivir” que expresar “voy hacia el fuego como la mariposa y no hay rima que rime con vivir”, aunque en ambos casos se quiera transmitir lo mismo.

La literatura no tiene por finalidad informar, convencer, enseñar, etc. La intención de quien escribe literatura no es ser claro y directo para lograr algunos de los objetivos mencionados.

Al hacer un uso estético del lenguaje, la literatura lo emplea en forma connotativa, simbólica, ya que refiere a un significado no enunciado, no dicho directamente, sino sugerido, insinuado. El empleo de recursos o figuras retóricas como las metáforas, las personificaciones, las exageraciones, etc. dejan “sugerir más de lo que se dice”, hacen que el lector piense qué hay algo más que el texto quiere significar y que no lo dice directamente.

Sin embargo, esta característica “estética” y “connotativa” del lenguaje, no alcanza, por sí sola, para definir un texto como “literario”. Primero porque también es utilizada en el habla cotidiana y muchas veces en textos no ficcionales (cartas de amor, publicidades, discursos políticos, etc.)y luego porque no aparece necesariamente en todo texto literario; muchas veces, la literatura prefiere emplear un lenguaje directo, cotidiano, llano, porque pretende representar las voces de la realidad con la mayor fidelidad posible.
3- LA LITERATURA USA OTROS GÉNEROS DISCURSIVOS, NO FICCIONALES
Los géneros discursivos son todas las manifestaciones de la lengua que se reconocen por contener una serie de enunciados, frases, palabras, imágenes, sonidos, que se utilizan frecuentemente en un determinado ámbito social. Por ejemplo existe un género discursivo histórico, otro futbolístico, otro político, de los dibujos animados, del videoclip, religioso, de las telenovelas, el del habla cotidiana, etc. Cada uno de estos géneros discursivos emplea una serie de enunciados típicos, característicos, de una situación comunicativa. Por ejemplo, “los chismes” conforman un género discursivo que emplea los siguientes enunciados: “A que no saben a quién lo vieron cenando con ….” O “Alguien me dijo que ....” o “¿No se enteraron que ....?”, etc. etc.

La literatura crea un verosímil, una representación particular de la realidad.

Los textos literarios conforman también un género discursivo que se construye con la colaboración de otros géneros, es decir, la literatura puede utilizar el género familiar, científico, amoroso, etc. Por ejemplo, dentro de una novela, pueden aparecer noticias periodísticas, publicidades, cartas de amor, etc. con sus enunciados clásicos, conocidos por todos.

El empleo de distintos géneros discursivos es fundamental, en literatura, para la construcción de su verosímil, su representación de la realidad. Ese verosímil determina qué situaciones son creíbles y coherentes-

Estas formas discursivas que toma la literatura pueden ser respetadas y mantenidas sin ser modificadas, representando sus contextos originales o bien pueden ser parodiadas (burladas, tratadas con humor). La parodia, es un recurso que emplea la literatura para ridiculizar otro género discursivo. Por ejemplo, el personaje “Inodoro Pereyra” del escritor argentino Roberto Fontanarrosa parodia al gaucho tradicional, que desde la literatura simboliza al “ser nacional”, se ríe de él, lo reescribe, lo convierte en otro personaje, muy distinto al conocido “Martín Fierro” pero con referencias directas a él.

Por lo tanto, la literatura misma conforma un género discursivo, el “literario” y a su vez, dentro de ella, contiene otros géneros discursivos (la literatura fantástica, folclórica, maravillosa, etc.) que poseen sus propios enunciados característicos (“Había una vez, hace mucho, mucho tiempo,.....” etc.).

Sin embargo, la existencia de distintos discursos dentro de un texto no garantiza que se trate de un texto literario ya que también la publicidad, las telenovelas, un noticiero, etc. pueden emplear distintos géneros discursivos para construir su texto, al igual que la literatura. Con esta sola característica no alcanza para definir a la literatura.

4 - LITERATURA Y MERCADO

Qué un texto sea clasificado como literatura depende en gran medida del contexto social en el que circule: porque necesita del consenso, de la aceptación, de algún grupo social que se relacione con ella. Si esto sucede, entonces existe lo que se denomina “pacto institucional”, o sea, un acuerdo tácito (no dicho directamente) entre escritores, críticos literarios, entidades que otorgan premios, el mercado, los medios de comunicación, la publicidad, las editoriales, la universidad, la escuela, etc. que legitiman, aprueban, valoran o difunden unas obras e ignoran o desaprueban otras. Esta valoración social determina en cada época lo que en las distintas sociedades se considera “literatura”.

Una vez que el mercado clasifica a un texto como “literario”, entra a jugar todo un sistema de valores que rodea al libro, desde que se proyectó o imaginó hasta que llega a las manos del lector en un soporte (libro, revista, película de tv, etc.), con paratextos (tapa, contratapa, índices, prólogos, títulos, datos del autor, bibliografía, etc.), dentro de un contexto de producción (escritura)que nos dice quién lo escribió, con qué intención, un contexto de circulación (mercado editorial) de compra-venta, y un contexto de consumo (lectura) que indica quiénes lo leen, de qué modo, etc.

5- LA LITERATURA ES UN CONCEPTO HISTÓRICO-SOCIAL:

La literatura va cambiando de acuerdo con las épocas, las diversas situaciones políticas y culturales que cada país ha vivido y vive a través del tiempo. Los autores van teniendo distintos intereses y distintas inclinaciones estéticas, o sea, diferentes preferencias acerca de qué quieren escribir y de qué modo.

Ese “consenso social” que la literatura necesita para ser definida y aceptada como tal depende de la época en la que se escriba. Por ejemplo, hoy son leídos como “literatura” textos como el “Himno a Viracocha”, oración incaica que en su momento fuera estrictamente religioso y no literario. En cambio, “La Biblia“, en los países católicos, es considerada un texto no ficcional, no literario, por cuanto contiene la palabra del Dios en el cual creen.

Lo mismo sucede con cualquier característica que se le atribuya a un texto, como por ejemplo la belleza de su discurso, cambia según las épocas, las culturas, los grupos sociales y los individuos.

La noción de literatura que hoy tenemos, está vinculada a los cambios ocurridos desde el Renacimiento (Siglo XV) cuando la literatura se separa de las otras prácticas discursivas, ya que con la invención de la imprenta, la fabricación del libro, la división del trabajo, la economía de mercado y el consumo, los intelectuales y los artistas se diferencian como grupo social y determinan aquello que consideran “literario”, basados en la finalidad fundamentalmente estética del uso del lenguaje pero a su vez dependiendo del movimiento estético - literario que predomine en cada momento (romanticismo, realismo, naturalismo, etc.)

Por último, es interesante lo que señala el escritor y crítico argentino Ricardo Piglia (1940) respecto de “el cuento”, porque puede ser pensado con mayor amplitud, teniendo como referente a toda la literatura. Para Piglia,:

-Un cuento siempre cuenta dos historias, una visible y otra secreta.

-El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la historia visible y construye en secreto la otra historia. El efecto sorpresa se produce cuando al final la historia secreta aparece en la superficie. El cuento clásico de Edgar Allan Poe contaba una historia anunciando que había otra, el cuento moderno cuenta dos historias como si fueran una sola y abandona el final sorpresivo y la estructura cerrada. Ernest Hemingway pone toda su pericia en la narración hermética de la historia secreta y logra que se note la ausencia del otro relato. Franz Kafka cuenta con claridad y sencillez la historia secreta y narra sigilosamente la historia visible hasta convertirla en algo enigmático y oscuro. Esa inversión funda “lo kafkiano”. Para Jorge Luis Borges la historia visible es un género y la secreta es siempre la misma por lo que utiliza las variantes narrativas que le ofrecen los géneros; construye una trama secreta con los materiales de la historia visible.

-Cada una de las dos historias se cuenta de modo distinto, los mismos acontecimientos entran en dos lógicas narrativas y sistemas causales antagónicos. Los puntos de cruce son el fundamento de la construcción. La historia secreta se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión.

-Lo que es poco importante, superfluo, en una historia, es imprescindible en la otra.

-El relato secreto no se refiere a un sentido oculto que depende de la interpretación, sino que es la clave de la forma de la historia y sus variantes. ¿Cómo contar una historia mientras se está contando otra?

-En realidad el cuento se construye para hacer aparecer artificialmente algo que estaba oculto, como buscando bajo la superficie opaca de la vida, una verdad única. (de Ricardo Piglia – Formas breves – Temas) .

Tal vez estas ideas puedan ser referidas a toda la literatura en general. Sin embargo, y por todo lo dicho, ninguna de las características señaladas anteriormente, por sí solas, definen a la literatura. Alcanza con problematizar este concepto y comprender que, en última instancia, un libro puede aparecer en una librería en la sección “literatura” por múltiples factores, que muchas veces nada tienen que ver con su contenido.

Lectura de literatura
La literatura es un “discurso de alto impacto” para los lectores en el sentido que pone en crisis sus maneras de ver la realidad a través de las diferentes maneras en que la reelabora y la reinterpreta. Es así como, tanto un texto perteneciente a un género que propone una representación literaria más cercana a lo que las personas entienden como “lo real” como otro más alejado de este parámetro (pensemos extremos como señalábamos antes: la novela realista y el relato fantástico) invitan a sus lectores a indagar acerca de “lo posible” o “lo imposible” en aquello que en un sentido amplio llamamos realidad. Los lectores toman posición frente a los hechos esa realidad re-presentada por la literatura reconsiderando sus creencias anteriores, confirmando la validez de alguna de las que ya poseían y/o poniendo en crisis otras. Asimismo, la literatura permite a los lectores el acercamiento al conocimiento, a los diversos saberes, por su posibilidad de absorber y trabajar, por medio de la ficción, todos los tipos de discursos: históricos, políticos, religiosos, mediáticos, raciales, sexuales, etc. Los textos literarios tejen una imagen de todos los lenguajes que circulan socialmente, de todos los saberes, deseos y esperanzas, desencantos y frustraciones colectivas que en un momento histórico constituyen la realidad de esa comunidad. En definitiva, estamos pensando en un lector de textos literarios entendido como una subjetividad compleja. Esto es, que las maneras de pensar de nuestros alumnos, sus creencias, están atravesadas y conformadas por una/s historia/s sociales y culturales pero también individuales, diversas y diferentes que se encuentran permanentemente tensionadas por los discursos sociales a los que adscriben y/o rechazan,. Justamente la literatura es proveedora de esos discursos sociales que –en el retrabajo que supone– los ofrece a los lectores desde toda su complejidad. Es difícil que un lector se haga preguntas sobre textos cuyos discursos ratifican los modos de pensar más generalizados. No estamos señalando que haya que escandalizarlos, pero sí que tenemos que recordar que las instituciones educativas suelen ser el único espacio en que los alumnos pueden vincularse con otras maneras de decir y pensar la realidad. Aunque muchas veces este trabajo suela ser arduo precisamente por aquellas “desconfianzas” que nos recuerda Chartier.

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